martes, 25 de diciembre de 2012

El discurso frívolo del rey.





Más de lo mismo. Una institución costosa y anacrónica que en cada nochebuena viene a invadir a través de la caja tonta nuestros hogares. Y sí, hablo de invadir, porque por mucho que se pretenda hacer zapping, el muy … ilustre… Jefe del Estado se cuela en todas las cadenas nacionales y autonómicas para zamparnos sus diez o quince minutos de monólogo soporífero.

Todos los años la misma historia. Un monólogo con los siguientes puntos:

  1. Autobombo de su monarquía
  2. Apoyo al Gobierno de turno y a sus políticas, por muy malas o nefastas que éstas sean.
  3. Lo bonita y plural que es España, así como sus numerosas posibilidades y bla bla bla
  4. que vayamos todos a una como en Fuenteovejuna, siguiendo al rebaño como otra oveja más.
  5. Que miremos al futuro.

Llega un momento en el que pareciera parafrasear el discurso del año anterior. No he seguido en directo ningún mensaje de los últimos años, pero tras la lectura de los resúmenes en prensa y un análisis somero del contenido, la variedad es poca.

El zopenco ilustrado que tenemos por Jefe del Estado debido a la obra y gracia de Franco ha soltado algún exabrupto antológico. Aunque si hay alguno que no le puedo perdonar, es que en 1990 se alegrase del desmantelamiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, de modo que ahora la práctica totalidad de los Estados quedaban sometidos bajo el yugo del neoliberalismo, para el monarca eran anhelos de libertad y democracia.

Volviendo al de este año 2012, no hemos visto ni un atisbo de autocrítica por su cacería de elefantes en Botswana –más allá de las estudiadas palabras que zampó ante unos cuantos periodistas en el hospital-. Ni tampoco ha hecho una crítica de las políticas erradas del gobierno y la cesión de soberanía hecha por la vía del rescate. Qué va a decir Juan Carlos de los recortes hechos a golpe de mercadocracia, cuando Sofía es una habitual del club de Bilderberg, al que también es asiduo Cebrián. Y así va “El País”.


Tras escuchar sus diez minutos de mensaje frívolo, hueco, insustancial y prescindible, la sensación que tengo es que el fin de la monarquía está cada día un poco más cerca. En el discurso-monólogo puede decir misa si quiere, pero no podrá decir que se siente preocupado, por la sencilla razón de que no sabe lo que es verse de patitas en la calle porque le van a ejecutar la hipoteca y además le va a seguir debiendo dinero al banco. Tampoco sabe lo que es hacer malabares con 700 Euros o menos al mes y satisfacer las necesidades de una familia con ese dinero. Ni que decir tiene que tampoco sabe lo que es trabajar. Sólo recientemente ha agachado el espinazo, y ese acto ha venido justificado por las veces en que se ha caído de boca últimamente.

Cuestión aparte es el análisis que hacen los distintos grupos políticos. El PPSOE, la gestora liberal del centroderecha, la derecha, y aún más a la derecha; en su bicefalia representada por Carlos Froriano (PP) y Trinidad Jiménez (PSOE), se deshace en alabanzas, diciendo que el discurso se ajusta a la realidad y que coinciden en que hay que hacer un esfuerzo de entendimiento y tal. No me extraña que le den jabón al Jefe del Estado, pues el bipartito y la monarquía al fin y al cabo no son más que dos eslabones de la cadena del capitalismo. La histérica y demagógica Rosa Díez, le espeta que no le echase un rapapolvo al pueblo catalán, en pleno afán de volver a su idílica España una-grande-libre (pero bajo la cobertura de una apariencia democrática). Los únicos que han aportado una visión a nivel de calle sobre la perorata real han sido Izquierda Unida y el grupo Amaiur, que son al fin y al cabo la única izquierda y políticamente visible de este país que no se ha vendido ni acostado con nadie.

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Para quien aún no lo haya visto, aquí dejo el mensaje de 1975, con alabanzas a Franco, y con un resto del discurso que parecía estar escrito para el dictador desde meses atrás.


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Como creo que hasta el próximo año no os volveré a escribir, aprovecho para desearos a tod@s para 2013 Salud y República.

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