miércoles, 17 de abril de 2013

Escraches: ¿Desobediencia civil o terrorismo?



Durante las últimas semanas se han venido produciendo distintas acciones desde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), a estas acciones se les ha denominado “escraches”; como todos sabemos la PAH se ha convertido en uno de los movimientos sociales con mayor apoyo (el 78 % de la sociedad apoyo los “escraches”) por parte de la sociedad española en estos momentos de crisis, este gran apoyo por parte de la sociedad a la PAH es perfectamente comprensible, y es más me atrevería a decir que este apoyo deber ser exigible a la sociedad española, pues son los movimientos sociales y los partidos de la verdadera izquierda de este país-por supuesto aquí no entra la PSOE- los únicos capaces de defender a aquellos ciudadanos, que frente al poder de los mercados, son los más indefensos.

La culpa de que los ciudadanos se sientan indefensos ante los ataques del capitalismo, tienen un claro culpable: El Estado; ante esto debemos hacer una importante matización, el problema de esta situación no es provocado por la existencia del Estado, sino que este es provocado por la inexistencia de un Estado fuerte, el Estado es una herramienta eficaz para la defensa de las clases más desfavorecidas, pero para que esta situación se produzca es necesario que el Estado este en manos de partidos de izquierda-debido a que son estos los que defienden a las clases desfavorecidas-, y esta situación no se da en la actualidad pues el Estado se encuentra en manos del PP, que el Estado este en manos de la derecha o de la socialdemocracia (PP o PSOE) convierte al Estado en una herramienta más de ataque hacia las clases más desfavorecidas, por lo tanto, en este tipo de gobiernos las clases más desfavorecidos y débiles se quedan sin ningún tipo de defensa contra las hienas del capitalismo.

Ante la indefensión que esta situación provoca, la ciudadanía debe utilizar otro tipo de acciones y medidas orquestadas mediante la desobediencia civil contra el sistema impuesto por los mercados y por aquellos que se venden ante ellos- también conocidos como borregos-; para defendernos de esta situación la PAH ha pensado en los “escraches” , esta medida pacífica consiste en informar al diputado sobre la realidad social, intentando conseguir que vote a favor de la Iniciativa Legislativa Popular para la modificación de la ley Hipotecaria, es una acción a través de la cual el ciudadano intenta destapar los oídos y la vista de aquellos diputados que miran hacia otro lado y no quieren actuar para parar la sangría social que vive nuestro país. Esta medida es la única pacífica que nos queda a los ciudadanos para defender nuestros intereses de los intereses de los poderosos, y digo esto porque las manifestaciones están siendo manipuladas y atacadas por el Estado, con identificaciones arbitrarias, sin motivos y con la imposición de multas a todo aquel que intenta reivindicar sus derechos y los derechos de los demás; estas medidas también se están tomando contra los “escraches”.

La derecha está intentando criminalizar estas acciones de la PAH intentando vincularlas con actos terroristas, dirigentes del PP han dicho que las acciones del PP son propias del nazismo o de ETA; ante estas criminalizaciones del PP he de decir que la actitud nazi corresponde más bien a las empresas capitalistas que echan a las personas de sus casas y a aquellos partidos que como el PP y el PSOE las apoyan, digo esto porque eran los nazis los que echaban a los judíos de sus casas. Además esta criminalización es incoherente incluso dentro de las filas del PP, pues muchos diputados han sufrido estas acciones indicando que han sido totalmente pacíficas, de aquí entendemos que este intento de criminalización es un intento burdo y sin fundamento que intenta eludir el auténtico problema que provoca estas acciones, que es la pérdida, a manos del capitalismo, de las casas de la ciudadanía más golpeada por esta crisis, de la que ellos no tienen culpa.


Por último decir que gracias a estas acciones de los movimientos sociales y mediante el apoyo que le brinda a estos movimientos Izquierda Unida, todos juntos, hemos conseguido que la Junta de Andalucía apruebe un decreto contra los desahucios y en apoyo del mantenimiento de una vivienda digna para todo ciudadano- la aprobación de este decreto ha sido gracias a Izquierda Unida, porque la PSOE se oponía a la aprobación de este decreto para defender a las personas desfavorecidas-. La desobediencia civil es el único camino que nos queda para defendernos frente al bipartito que nos ha gobernado durante esta dedocracia en la que vivimos, y digo dedocracia porque vivimos en un sistema que nos fue impuesto y que no representa a la gran mayoría de los españoles; así que ahora es el momento, ¡HAY ALTERNATIVA AL SISTEMA¡ y debemos tomarla.

Gracias, por vuestra atención. 

domingo, 14 de abril de 2013

14 de abril.


82 años han pasado desde que los concejales de Éibar hicieran del municipio el primero en izar la tricolor y por tanto, en proclamar la llegada de la República en el municipio. España en 1931 adolecía de los mismos vicios que la España de 2013, salvando los ligeros matices: la ciudadanía de dos clases: de un lado los caciques, terratenientes e industriales de entonces frente a los especuladores, terratenientes que captan subvenciones europeas por tener unas tierras baldías en su poder y oligarcas de todas clases. Del otro lado, ayer y hoy, trabajadores de toda clase: quienes han tenido que trabajar generación tras generación para tener qué llevarse a la boca y un sitio en el que caerse muerto; quienes no han heredado más que el apellido y cuatro habas contadas.

La crisis que azotaba a España en 1931 era política y social. Política, porque tras un sistema canovista en el que un bipartidismo absolutamente ficticio se alternaba en el poder de forma amañada prometiendo a todos industria y un ferrocarril acabó en la dictadura de Primo de Rivera. Tras siete años de dictadura en la que se castigó el pluralismo político y el caciquismo siguió campando a sus anchas, el sistema estaba listo para ser derruido, era un campo yermo sobre el cual se había echado sal y no volvería a brotar nada. La crisis, como digo también era social: grandes masas de población analfabeta, desnutrida y escasamente vestida y calzada. En cada pueblo, un foco de enfermedades, calles sin adoquinar, lodazales por doquier, y un cacique en casi cualquier ayuntamiento. Los gobiernos de izquierda de aquella República, con el poco tiempo que tuvieron, trazaron un plan absolutamente ambicioso, cuyo fin era purgar a la República de los vicios caciquiles arrastrados desde todo el siglo anterior. Desde las grandes obras hidráulicas hasta llevar la educación a todos los niños y niñas de la República, pasando por la expropiación de los grandes latifundios, siguiendo nuestra consigna de que la tierra ha de estar en manos de quienes la trabajan, pues pensemos que al fin y al cabo quienes trabajan la tierra son quienes nos dan de comer. La República trajo consigo la laicidad del Estado, y para ello se evitó que los jesuitas ejerciesen actividades docentes, pues al fin y al cabo qué se puede esperar de ellos sino adoctrinamiento, sobre todo a tan tiernas edades. Y sobre todo, la República vino a tratar de acabar con el clientelismo caciquil y sus redes de corrupción. ¿O acaso era en vano ese ¡comed República! que soltaban los caciques a sus jornaleros explotados?

En 2013, con cuarenta años de una dictadura que hizo válido que África comenzaba en los Pirineos, y 35 de una monarquía chistetucional (porque parece un chiste la Constitución, con lo que se vilipendia día tras día por los poderes públicos), los vicios se han vuelto a reproducir como hongos: las instituciones de este país ya no se las cree nadie: la monarquía corrupta, el Gobierno corrupto, el partido que gobierna hasta las trancas de mierda; el partido de la “oposición” (que mientras de frente se opone, al girar la cabeza asiente) igualmente podrido en casos de corrupción. La democracia, dinamitada por la troika. La economía, hundida por ladrones nacionales e internacionales ávidos en deseos de multiplicar su dinero sin dar un palo al agua y sin ejercer ninguna actividad productiva.

Hoy más que nunca necesitamos nuevamente la venida de la República. Una Tercera República que ha de tener una gran ambición. No nos sirve quedarnos en quitar al rey para poner a un presidente de la República; eso sería como barrer una habitación sin pasar la escoba por debajo de la mesa y las sillas, donde se acumula tanta porquería como a la luz. La III República ha de aspirar a amparar bajo su manto tricolor (¿o tal vez no? Total, una bandera al fin y al cabo no deja de ser un trapo rectangular) una nación en la cual todas las personas tengan una igualdad efectiva de oportunidades, en que la educación sea absolutamente pública, laica y gratuita. Un país en el que la sanidad sea un derecho común, y que a nadie se le niegue su derecho a gozar de buena salud por motivos de cotización o fronteras. Una República en cuyo nombre se administre una justicia que sea rápida, eficaz e independiente de los grupos de presión. Un país en el que el concepto de “justicia social” deje de sonar a utópico. Un Estado federal en el que todas las regiones/autonomías/Estados se puedan mirar en condiciones de igualdad, sin que unos sean más que otros. Una sociedad que pueda acceder de forma más libre a la cultura. Un Estado en el que los servicios básicos (agua, luz, transportes...) estén nacionalizados, y sus plusvalías, en lugar de ir a unas miserables manos privadas, retornen a la estructura del Estado y vuelvan a repercutirse sobre la sociedad. En suma, una República que respete la dignidad humana.

Celebrábamos hoy los compañeros y compañeras de IU, en las calles de ciudades y pueblos, en las plazas y en los parques el aniversario por la Segunda República mientras vindicábamos la Tercera. El ambiente ha sido de reivindicación pacífica. Los artistas e intelectuales nos apoyan de forma mayoritaria -quienes tienen el valor de señalarse, claro está-. El tiempo está poniendo las cartas sobre la mesa, y se ve quiénes han defendido la República, con todos sus atributos, desde siempre; y quiénes lo único que pretenden es descabezar la monarquía, incluso traicionando a ese rey al que tanto le lamen el (…) por el hecho de que si la monarquía ha de caer, no arrastre consigo al resto del sistema. 

Es el momento, ahora o nunca. De la misma forma en que cayó se derribó la estatua de Sadam, o como l'estaca de Lluís Llach, si tiramos unos de aquí, y otros de allá, al final este sistema injusto ha de caer. Quienes quieran ser actores de este guión, y quieran llegar a una República con una democracia que además de formal sea material, tienen a sus compañeros y compañeras de viaje en Izquierda Unida. No somos el enemigo, diga lo que diga la caverna mediática. Somos el aliado, los del 99%. Marchemos a por la Tercera. El camino se ha iniciado, y no hay vuelta atrás. La salida está caminando siempre adelante. 

Gracias a todos,

Salud y [III] República